CEJA ha adquirido el compromiso de implementar una Política de Igualdad de Género, y esta semana en la que recordamos un día tan significativo, nuestro organismo apoya las medidas legales, institucionales, estatales y personales para combatir todas las formas de violencia contra la mujer.


El feminicidio y el delito sexual son dos de todas las manifestaciones de violencia que pueden existir contra la mujer. Pero #TambiénEsViolencia el acoso sexual, la violencia psicológica, la violencia patrimonial, la violencia moral y la violencia obstétrica, la revictimización, entre otras.


Lamentablemente, aún es difícil contar con datos sobre cuántas mujeres sufren este tipo de violencias, sea por miedo de denunciar, por excesiva impunidad, o porque muchos de estos crímenes pasan en el ámbito privado. Siendo así, los datos disponibles son cruciales a la hora de contar con ciertas nociones sobre la magnitud de este problema.


Dentro de todos los tipos de violencia contra las mujeres, la violencia física es una de las más visibles. Según ONU MUJERES, una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física o sexual en algún punto de sus vidas.


Lo que ocurre en América Latina es aún más desolador. ONU MUJERES advierte que “América Latina es el lugar más letal para ellas fuera de una zona de guerra”. Solo el año 2017 murieron 2.559 víctimas de la violencia machista en nuestra región (sin México ni Colombia).


En Argentina los primeros seis meses de 2018, se registraron 139 víctimas fatales, según informa el Observatorio de Feminicidios del Defensor del Pueblo de la Nación.


En Colombia, durante ese mismo año se contabilizaron 1.002 asesinatos a mujeres, pero sólo 144 se consideraron como violencia de género. Según un estudio de la Fiscalía colombiana, la impunidad de la violencia contra la mujer llega hasta el 96%. Este país se hizo tristemente conocido, por las mujeres que sufrieron ataques con ácido.


En México, el año 2017 fueron asesinadas 3.430 mujeres —nueve al día—, siendo sólo 760 de estas muertes investigadas como feminicidio. En este país la mayoría de las mujeres casadas o con novio ha sufrido algún tipo de violencia machista (Instituto Nacional de Estadística). 


En Chile, según el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género, “las mujeres víctimas de violencia de género demoran en promedio 7 años en denunciar a sus agresores. La tasa de condenas sólo llega al 10%.”.


Estos son datos comparados de sólo algunos países, pero muestran que las tasas de violencia son muy altas. A pesar que se han establecido medidas legales de protección, las tasas no disminuyen lo suficiente y los delitos quedan en silencio. Según el Diario El País, en México, menos del 10% de los delitos se denuncian, muchos Estados ni siquiera cuentan los feminicidios, y otros incluso las incluyen en el cómputo general de los homicidios.


La lucha para acabar con tal situación sigue estando más presente que nunca. Los Estados deben proteger a las mujeres y asumir responsabilidades activas y públicas en esta materia. Fundamental será que los sistemas de justicia incorporen la perspectiva de género en todo su quehacer, desde el primer funcionario o funcionaria hasta la autoridad judicial. Esta lucha es una lucha por justicia, y, por tanto, la lucha es nuestra.