Esta investigación se basa en el “Estudio de las mejores prácticas en capacitación de jueces y fiscales”, a cargo de la Red de Escuelas Judiciales Europeas (EJTN) publicada en el 2014, que identificó tres niveles de prácticas en las escuelas judiciales de la Unión Europea (UE): “prácticas prometedoras” (experimentales y con potencial, con poca información empírica); “buenas prácticas” (efectivas y con un grado de medición de impacto, incluso con potencial de replicabilidad); y “mejores prácticas” (evaluadas con el grado más alto de efectividad). El estudio europeo compiló 147 prácticas provenientes de 23 escuelas judiciales, información que permitió el cruce de información, la cooperación interinstitucional en la región y la elaboración de recomendaciones sobra la base de dicho estudio.
CEJA se propuso realizar una investigación similar, acotada a la realidad latinoamericana. Fue así como identificó a 20 escuelas judiciales en América Latina, las que fueron invitadas a responder preguntas relacionadas con cinco temas: 1) Identificación de las necesidades de capacitación; 2) Programas de estudios o planes de capacitación innovadores; 3) Metodologías de capacitación innovadora; 4) Herramientas para favorecer la cooperación judicial internacional en materia de capacitación y; 5) Evaluación del desempeño de los participantes en la capacitación y el efecto de las actividades.
De ellas, solo 15 respondieron: las de Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay. Tras la recopilación de información se identificaron dos tipos de prácticas:
Práctica prometedora: la que ha demostrado efectividad, al menos preliminarmente, o tiene potencial para la generación de datos que serán útiles para llegar convertirse en una buena práctica.
Buena Práctica: la que ha funcionado dentro de una o varias organizaciones, de la cual se tiene alguna base objetiva para decir que es efectiva y tiene el potencial para ser replicada.
El estudio identificó, en total, 6 Buenas Prácticas, implementadas en Chile (3), República Dominicana (1), Honduras (1) y Puerto Rico (1); y un total de 40 Prácticas Prometedoras en las Escuelas en las que se relevó información.
Identificó un mayor número de prácticas destacadas que se vinculan al Desarrollo de Metodologías Innovadoras – 11 prácticas prometedoras y 3 buenas prácticas- entre las que se destacan programas de capacitación en línea, aulas virtuales, aplicación de casos prácticos, el estudio del lenguaje no verbal para el mejor desempeño en las audiencias, la capacitación para capacitadores, realización de videoconferencias, entre otras.
En Identificación de las necesidades de capacitación, se reportaron 9 prometedoras y 2 buenas prácticas. Entre ellas destacan consultas en línea a jueces y funcionarios judiciales sobre las necesidades de capacitación, estudios y encuestas aplicadas en terreno, o desarrollo de grupos focales para definir los temas de capacitación.
En prácticas vinculadas a la Evaluación de los Programas de Capacitación y sus Participantes, se identifican 8 prometedoras y 1 buena práctica. Destacan las encuestas de satisfacción y el monitoreo de aprendizaje en terreno, aplicación de encuestas anónimas y evaluaciones en línea, entre otras.
Respecto del Diseño de un currículo innovador, el estudio informa de 7 prácticas prometedoras, que se refieren a programas que incorporan profesionales distintas a las judiciales para dar un enfoque interdisciplinario, la incorporación de expertos en materias específicas, el diseño comunitario de un perfil de juez y la creación de un Banco de Casos virtual para estudiar conflictos en áreas de derecho civil, penal, constitucional y de familia, entre otros.
Sobre el Uso de enlaces internacionales en la capacitación, se identifican 5 prácticas prometedoras, relacionadas con iniciativas que resultan de suscripción de convenios con organismos internacionales, con países específicos, y la coordinación con escuelas de otros países para intercambio de experiencias de capacitación.
La investigación concluye haciendo algunas recomendaciones: 1) promover el intercambio y transferencia de las prácticas destacadas entre las escuelas judiciales de la región; 2) perfeccionar los sistemas de evaluación de las necesidades de capacitación y evaluación, reflejando por ejemplo, cuánto conocimiento adquirido es utilizado en el largo plazo o cómo impacta el desempeño del sistema judicial en general; 3) promover la participación de disciplinas externas al Derecho en la selección de contenidos de las capacitaciones; 4) promover que los programas de capacitación aseguren mayor participación activa de los jueces , en ambientes de confianza y confidencialidad; 5) expandir la capacitación en destrezas y técnicas judiciales; 6) aumentar el uso de nuevas tecnologías; 7) promover la capacitación internacional, reforzando el intercambio de capacitación entre países y con organismos internacionales; y 8) la creación de un centro de información para capacitación judicial, como un lugar centralizado que recaude y disemine la información respecto del progreso alcanzado en este campo en la región. CEJA propone que dicho centro se relacione formalmente con la Red Europea de Capacitación Judicial, en calidad de cooperantes.